Somos subnormales de cojones. Pero lejos de avergonzarnos de ello, vamos por la vida haciendo alarde de nuesta mongolicidad. Porque para ser «especiaaaaales» de verdad hay que ganárselo. O algo. O no.
Y lo que hacemos aquí es mostrar todo lo relacionado con la subnormalidad, la sordidez, la estulticia, los ojetes, y su puta madre, en pequeñas dosis, pero sin azucarar ni edulcorar ni oxtiax.